viernes, 10 de junio de 2016

Al caminar por el lugar en una zanja descubren un mapache muerto, que era lo que emanaba el fétido olor, después empiezan a intentar por todas las maneras de poder entrar al edificio Quentin y Radar, no lo consiguen, pero ¡vaya! El genial Ben al rescate, usa una de las técnicas que observó a su maestro de taekwondo y golpea unas tablas que aseguraban una de las entradas, cae al suelo y me da mucha risa porque inmediatamente cae al suelo rodando, y les dice a sus amigos, -¡se rompió!- Quentin piensa que efectivamente lo roto es su hombro, pero la verdad es que ha logrado romper las tablas, y de esa manera hacen un pequeño agujero para poder entrar, estando ahí se dan cuenta que es difícil explorar, porque no hay suficiente luz, pero Radar al menos lleva consigo una pequeña lámpara, observan una pared pintada, con un grafiti bajo la pintura, el problema es que ya no puede verse, por accidente a Radar se le cae la lámpara y por un truco casual de la luz reflejada pueden ver el grafiti con una frase que se vuelve espeluznante para el pobre Quentin “Irás a las ciudades de papel y nunca regresarás”, para él no existen dudas, todas las pistas encontradas apuntan a que Margo ha dejado nada más rastros de que se ha suicidado o se va a suicidar, y que ella pretendió que fuera él precisamente quien encontrara su cuerpo, tal y como encontraron el cuerpo de aquel hombre en el parque cuando tenían nueve años.



Cuando regresan a casa Quentin llama de inmediato al detective para informarle todo lo ocurrido y decirle que él cree que Margo ha dejado notas suicidas, el detective por su parte le hace un chistecito diciéndole que casi es un detective que solamente le hace falta el arma, la pansa y las tres ex esposas, después vuelve a intentar persuadirlo con la analogía de los globos, y le dice que le puede asegurar que Margo volverá, ¿Cuántas veces nos sucede esto?, nos obstinamos tanto en algo, que aunque lo que nos aconsejen tenga toda la lógica, nosotros seguimos empecinados en lo que creemos, más aun tratándose de cosas del corazón.


Quentin inicia su búsqueda en la internet donde encuentra el término pseudovisiones relacionado con las ciudades de papel, que son construcciones planeadas que jamás se compraron y terminaron siendo abandonadas, encuentra en una ruta alrededor de cinco y decide que irá a explorarlas todas hasta dar con Margo, a la mañana siguiente, sale a buscar a Margo en el carro de Ben, el primer día se dirige a dos de estas pseudovisiones, pensando siempre en encontrar el cuerpo de Margo, en una de éstas es tal su angustia al encontrar un árbol tan parecido a aquel donde estaba el cuerpo del hombre del traje gris, busca perdiendo toda esperanza, y obviamente no la encuentra ahí, hasta este punto Quentin ya está tocando fondo ya que llora desconsoladamente cuando se encuentra frustrado y ya no sabe qué hacer, y yo al leerla tengo sentimientos encontrados, efectivamente es una escena triste imaginar al chico llorando por su eterno amor, pero por otro lado, es inconcebible que un muchacho de su edad esté desperdiciando momentos de su vida irrepetibles por ir en busca de alguien que hasta este momento, si puede ser por la soledad con la que fue criada, pero es alguien que solo se ha mostrado egoísta, caprichosa y ególatra.




Es increíble las cosas que suceden en la siguiente parte Quentin vive una total psicosis pensando y buscando información sobre suicidas que según rasgos psicológicos terminan relaciones y regalan cosas, misteriosamente Margo terminó con Jase y regaló unos cuantos jeans a Lacey, ¡Pobre hombre, por Dios! Todo es tan desalentador para él. Este día al escuchar la interpretación de su maestra sobre Mobi Dick, en la que el personaje Ahab que ella menciona pareciera ser el mismo Quentin Jacobsen tratando de obtener obsesivamente algo que realmente ni es importante, decide preguntarle sobre el poema de Walt Whitman, y le comenta que él cree que es una especie de nota suicida que Margo ha dejado, me llama la atención el consejo de la señora, por una parte le dice que el poema no tiene nada de suicidio, que por el contrario es un poema de esperanza y que por otro lado jamás vamos a entender un “poema” si sólo leemos las notas marcadas, debemos verlo siempre como un todo, tal es el caso de la vida no podemos verla desde una perspectiva y basarla en una sola cosa, sino apreciar todos sus matices, si tan sólo Quentin hubiera comprendido en este momento todo lo que estaba perdiendo con esta ilusoria idea, las cosas sin duda habrían sido diferentes.

Y bien el día de la graduación llega y Quentin como era de esperar no tiene ningún interés en ir, mientras sus amigos hacen los preparativos para la “Gran noche” él engaña a sus padres diciendo que irá y todo para volver al  mini centro comercial abandonado a buscar más pistas. Esta vez va más equipado lleva su lámpara y todo, y empieza a explorar.  En uno de los cuartos que encontraron la vez anterior, donde están las cuatro filas con veinte escritorios, todos con calendarios de febrero de 1986, encuentra uno, con un calendario que marca el mes de junio, ahí encuentra un esmalte de uñas rojo, casi negro, como el que Margo usaba la noche de su aventura, además el bote está manchado con pintura azul por lo que solamente puede pertencerle a ella, encuentra en la librería abandonada varios libros con diferentes destinos turísticos y por último en la última habitación donde solo hay una alfombra hecha rollo encuentra una pequeña manta que solo puede pertenecerle a Margo, ya que el siente aun su olor en ella, en este lugar Quentin se queda la noche queriendo descifrar cuales son las cosas que Margo Roth Spielgman podía pensar al quedarse en tan inhóspito lugar.





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