domingo, 6 de marzo de 2016

Pasados los años, el Aviador descubre que el Principito ha olvidado un bozal dibujado para el cordero, de modo que es posible que en algún descuido, el cordero se pueda soltar y comerse la flor. El Aviador mantiene la esperanza de volver a ver al Principito, y nos pide que le avisemos si alguna vez vuelve a la Tierra.

En este capítulo claramente,  Saint-Exupéry nos quiere decir que es perfectamente posible rescatar dentro de cada uno de nosotros el alma de niño que alguna vez habitó nuestro cuerpo, nuestra corteza.


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