miércoles, 2 de marzo de 2016


Desde el mismo momento en que el Principito parte a la tierra, visitando todos los planetas, en lo personal me pareció que cada una de las personas "extrañas" que él encuentra, no son más que el reflejo de las personas que conocemos en nuestra vida, e incluso de nosotros mismos, me pasó al leer que por desgracia o por fortuna me sentí identificada en algunas etapas de mi existencia con ellos.

Por ejemplo, el rey, que solamente siente la necesidad de gobernar algo, y se supone que posee cientos de miles de estrellas, pero de qué podría servirle si las ve nada más de lejos, él encuentra la felicidad nada más en ver a los demás como súbditos suyos y les ordena sólo por el placer de ordenar sin ninguna justificación, cuantas veces en nuestra vida no abusamos de ciertas potestades cuando nos son entregadas, cuantas veces actuamos con despotismo en vez de ser líderes positivos que fomentan las relaciones de cooperación, cuantas veces no queremos que las cosas se hagan como nosotros decimos nada más por que sí.

Luego, el Vanidoso, que es la verdad un personaje muy simple, muy básico, solo ve lo que quiere ver y solo oye lo que quiere oír, necesita oír alabanzas constantemente y no tiene mas complicación que eso. Lo curioso de esto es que si nos comportamos así algunas veces aunque nos cueste aceptarlo, a quién no le gusta ser adulado, y todo probablemente estaría bien si se guarda un equilibrio, el problema radica en vivir nada más esperando se nos alabe.

El bebedor, El bebedor es un personaje acomplejado de si mismo, necesita beber para olvidar sus complejos y se acompleja de su necesidad , creando un círculo que se repite. Uff!!  nada que ver conmigo podríamos decir cuando quizá jamás hemos probado una gota de alcohol, sin embargo no sólo el alcoholismo es un vicio, sino cuantos más existen actualmente en la sociedad. Me llama la atención en especial el hecho de que el bebedor es un ser acomplejado, muchos de nosotros también tenemos complejos, de cosas que sólo existen en nuestra mente y vivimos haciendo intentos fallidos por ocultarlos, lo terrible de la situación es que con ello agravamos nuestro complejo y nuestra vergüenza en lugar de solucionar algo.

El hombre de negocios es otro personaje que en realidad tocó mi vida de una manera más especial; se parece mucho al rey, la diferencia es que este posee las estrellas en vez de gobernarlas, pero da igual, de nada le sirve. Su única ocupación es contar una y otra vez todas las estrellas que posee, que le sirven para ser rico, se me hizo análogo a nuestra vida, pensamos cuando termine la universidad seré feliz, al terminarla pensamos, cuando trabaje seré feliz, después trabajamos y decimos cuando por fin logre tener mi casa propia y mi carro seré feliz, y así cada vez vamos por este mundo deseando llenarnos demás cosas materiales que según nosotros nos serán indispensables para lograr esa utópica felicidad; ahora bien pienso ¿de qué sirve acumular posesiones, hasta no poder contarlas como las estrellas? y mi respuesta es que prácticamente de nada porque cuando dejamos este mundo material, nos vamos tal y como llegamos, sin nada, sería bonito si pensásemos al respecto como el principito, las cosas que se poseen son aquellas con las que se puede interactuar y serles útil a su vez, y reflexiono por lo tanto que si bien si tengo que trazarme como meta una vida digna, las posesiones más preciadas para mí son los seres que amo.


El farolero, según el principito es el menos ridículo por que se ocupa de una cosa ajena a si mismo. Se dedica a encender y apagar una farola que hay en su diminuto planeta cuando llega la oscuridad o se va , pero al ser un planeta tan pequeño no tiene un segundo de descanso pues ha de estar encendiéndola y apagándola todo el rato. Por lo que hace un trabajo inútil en si mismo. No saca nada de su trabajo por que le ocupa todo el tiempo. Igual nos ocurre cuando tenemos un trabajo para satisfacer nuestras necesidades pero olvidamos también que una de nuestras necesidades es nuestro esparcimiento, tener un momento para relajarnos con nuestra familia, y vivimos siendo esclavos del trabajo y de la rutina, que al final terminan por agotarnos e incluso enfermarnos. Este capítulo me deja como moraleja que se debe disfrutar cada momento en esta vida, porque si algo hay seguro es que los momentos que perdemos jamás regresan y vida solamente hay una.


El anciano es un geógrafo, otra profesión sin sentido cuando no tiene ningún mapa que hacer. El geógrafo no se puede mover de su sitio pues tiene que atender a los exploradores (inexistentes) Allí después de desvariar un poco con el pobre anciano este le recomienda que vaya la tierra.



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